Los "maestros de la actitud" abundan más que los "influencer".
Ha aparecido en el mundillo del fútbol una corriente muy insistente. Infalible según el vulgo, donde si un equipo, o jugador, no muestra "cara de velocidad" en las distintas acciones del partido, o hace pocas entradas al contrario con agresividad, o no aparecen las penetraciones a portería contraria con frecuencia y marchamo de gol, esa manera de actuar sin ganar partidos sin duda es "por falta de actitud"...
Enseguida que se detectan síntomas de poca intensidad en el juego, el diagnóstico inevitable manejado por aficionados, periodistas, directivos y algún que otro entrenador, es que el comportamiento deja que desear respecto a la "actitud", no se sabe muy bien con que celemín maravilloso se mide el déficit de "actitud", como si ésta estuviera acumulada en un silo imaginario.
Y con bastante ligereza, se juzga la disposición mental y emocional de una persona hacia algo o alguien. Según la psicología, la "actitud" es el comportamiento habitual que se produce en diferentes circunstancias. Las actitudes determinan la vida anímica de cada individuo y están representados por sus reacciones. Tiene una aplicación particular en el estudio del carácter, como un tendencia innata o adquirida a sentir y actuar de una manera determinada. Pero no creo que haya un sistema de medidas sobre la cantidad de "actitud" puesta a contribución para superar una determinada tarea.
La cuestión es que cualquiera de nosotros estamos sujetos al juicio fácil de la muchedumbre que detectan "con maestría" las modificaciones en los comportamientos y no es fácil saber tantas veces lo que nos pasa para actuar de una u otra manera. Eso sí, nunca sabemos lo que nos pasa a nosotros mismos en muchísimas ocasiones y, sin embargo, nos consideramos capacitados para juzgar a una serie de jugadores; o a equipos enteros. Somos "maestros", con ciencia infusa, que nos permite juzgar con alegría, así como meter a todos en el mismo saco con la etiqueta: "Falta de actitud".
La "actitud" se considera una disposición que contribuye a determinar nuestros comportamientos, convicciones y sentimientos en torno a la atracción o al rechazo. Y es verdad que, como observadores, podremos llegar a detectar algún síntoma, algún bajonazo en los estados de ánimo, pero no sería suficiente para juzgar, sistemáticamente, a todo un equipo de fútbol con el dogma de "falta de actitud".
Pero, últimamente, hay demasiados "maestros de la actitud" en esta manera de calificar con agresividad, incluso acerca de las maneras de hacer de personas o colectivos. Lo más curioso es que estas "maestrías" en la crítica siempre aparecen cuando un equipo pierde, o un jugador no marca los goles previstos. Por lo que deberíamos no poner dudas sobre si alguien quiere, o no quiere, o simplemente no están en su día más afortunado... O que, la falta de "actitud" de alguien, no se convierta en un superávit de los contrarios.
Salamanca, 8 de marzo de 2025.