"LOS OJEADORES"
Hay personas en el fútbol que saben distinguir, con gran precisión, las cualidades de un determinado jugador y sus potencialidades según las necesidades de un conjunto. Algunos clubes tienen a personajes anónimos que "patean" múltiples campos de fútbol, incluso varios en una misma jornada, observando a futbolistas con el afán de descubrir nuevos valores a incorporar a sus equipos. Los ojeadores (No me gusta el término "scouting") son personajes singulares dentro del fútbol. Para llegar a esa conclusión, se debe partir de un buen plan que no siempre existe. Los grandes equipos lo ceden todo a sus agentes de confianza que tienen facilidad de propuesta y los clubes deciden posteriormente y no siempre con criterios técnicos. Es más fácil... y más caro. Por más que los admire no creo en ojeadores galácticos como Ronaldo y Zidane, nunca serán el prototipo de ojeadores esforzados por ver fútbol a todas las horas y en esos campos de Dios. También los equipos de poco presupuesto tienden a fiarse de los informes de otras personas ajenas al club, normalmente agentes de los futbolistas. Pero ya existen servicios subcontratados de excelentes profesionales, con datos muy precisos y herramientas sofisticadas, que suelen informar muy rigurosamente al menos en la observación del comportamiento táctico de los equipos. Es probable que algunos equipos de la mitad de la tabla sean los que más confían en una plantilla de ojeadores discretos y muy profesionales para conocer el mercado de futbolistas muy a fondo.
Los agentes, esos profesionales que prevalecen a lo largo de los años porque mantienen una ética de comportamiento con sus representados y los clubes que los contratan, muchas veces saben más que los propios directores deportivos y secretarios técnicos por dónde encaminar las necesidades de los equipos. Lo que pasa es que los intereses se cruzan y contraponen. Hasta calibran el tipo de jugador que necesita tal o cual equipo, tal o cual entrenador. Es lícito, y práctico, que haya equipos recurriendo sistemáticamente a un determinado agente, incluso que haya entrenadores que confían más en sus propios representantes que en las propias secretarías técnicas. Ya digo, soslayando otros intereses contrapuestos...
Los ojeadores, figuras en la sombra, invisibles, pueden llegar a tener también mal cartel: < Estaba un pastor con su rebaño de ovejas y se le acercó un señor diciéndole: "Buenos días, señor pastor ¿Si adivino cuántas ovejas tiene su rebaño me da una?". El pastor le responde: "Si acierta el número exacto, sí". El señor en cuestión le dice al pastor: "2.553 ovejas". A lo que el pastor, con cara de sorpresa, le contesta: "Puede coger la oveja que quiera porque ha acertado de pleno". Cuando el señor cogió la oveja para llevársela y se disponía a marchar, el pastor le preguntó: "¿Me devuelve Vd. la oveja si yo descubro a qué se dedica?". El señor le respondió: "Vale..." El pastor, entonces, se dirigió al señor: "Vd. es ojeador de un equipo de fútbol". Muy sorprendido por la sagacidad del pastor, el señor le preguntó: "¿Y cómo lo ha sabido?". A lo que el pastor le respondió: "Es que de 2.553 ovejas que tengo, va Vd., y coge mi perro" >.
Sin duda, es una historia amable más que malintencionada, pero no obedece a la auténtica realidad del mundo futbolístico. Igual que se dice de los consultores, profesionales que suelen darte la hora con tu propio reloj; y encima tienes que pagar sus informaciones... Son estereotipos para hacernos sonreir en este mundillo futbolístico de amplias tensiones. Pero cuando se invierte en futbolistas, con cifras tan importantes y a tiempos dilatados, es fundamental conocer virtudes y defectos por tus propios ojeadores. Y hablo de profesionales no de comisionistas. Porque un buen ojeador recorre muchos kilómetros en una temporada visitando campos de fútbol casi insólitos, viendo partidos de sol a sol, pasando muchas fatigas personales. Porque nunca se sabe bien donde puede surgir ese mirlo blanco que todos buscan... Aunque compaginan igualmente la observación de las individualidades como el comportamiento grupal de los equipos contrarios.
En el diario As, leí una excelente entrevista a Monchi, director deportivo del Sevilla, creador de un prototipo triunfante en materia de ojeadores: "Formamos un equipo de doce personas. Gente que tiene diferentes perfiles y criterios. Entrenadores, psicólogos, ex futbolistas... El plan es dividir el año de trabajo en dos fases: de septiembre a diciembre y de enero a mayo. En la primera fase, cada cual ve no menos de ocho partidos semanales de las principales ligas: Italia, Francia, Alemania, Inglaterra, Portugal y Holanda, más Brasil y Argentina. Y con las conclusiones, nos dedicamos a elaborar el once ideal por jornada y por país". Y Monchi prosigue: "Segunda fase. Cuando llega diciembre, extraemos a los mejores jugadores por posiciones, así disponemos de una lista amplia con futbolistas de diferentes virtudes en cada posición... trabajando de cara a la plantilla de la siguiente campaña. Iniciamos los seguimientos individuales buscando las virtudes que precisamos. Ahora ya no vemos equipos, sino vamos siguiendo a futbolistas, hablamos con ellos, miramos su entorno y decidimos si fichamos".
Una vez resumida la metodología general, es bueno conocer otros aspectos singulares en palabras de Monchi: "Parto de la idea de que entre futbolistas hay poca diferencia de calidad, excepto esa media docena que son geniales. En la igualdad, lo que diferencia es la ilusión, las ganas de crecer. En definitiva, buscamos jugadores con hambre". Y prosigue: "...cada jugador rinde más o menos en un hábitat concreto. Hay futbolistas que no rinden en una ciudad o un club y que en otra son soberbios... Nosotros, además, tenemos un riesgo: firmamos futbolistas de bajo precio de clubes con menos exigencia que el nuestro. Al llegar aquí, a alguno le desborda la presión. Es el peligro de fichar desconocidos..." Magníficas reflexiones, por otra parte muy pragmáticas: "Pero también hemos fichado sin tanto éxito".
Y son muy edificantes otras ideas de gestión: "Es importante convencer a un jugador más por la marca del club que por el dinero. Y acepta nuestra propuesta antes que la de otros clubes... cuando un futbolista prefiere venir al Sevilla antes que irse al Arsenal, se me pone el vello de punta. Eso dice que algo estamos haciendo bien de cara al mundo". Y amplía su visión: "... un buen director deportivo es aquel que sabe leer las intenciones del entrenador. El entrenador pide y yo le doy nombres, miramos sus características y le ofrecemos varias opciones para que elija..." Y no elude un comentario clave en toda esta operativa funcional: "El presidente debe confiar sin límites en el director deportivo. La capacidad de inversión en fichajes ha de ser responsabilidad del director deportivo. Hasta la fecha, puedo presumir de que Del Nido me ha hecho caso en todas las propuestas que le he planteado. Yo sé el dinero que tenemos, soy consejero del club y no voy a hacer locuras".
Se quejaba amargamente el entrenador Lotina nada más haber bajado de categoría su equipo el Coruña. Y aseguraba que no habían tenido estructura de ojeadores lo que había originado que demasiados fichajes tuvieron que hacerlos por vídeo. No creo que el vídeo sea una herramienta adecuada y definitiva, es poco objetiva porque es un producto comercial y suelen manipularse, con lo que suelen confundirse las cualidades de los jugadores a fichar. Ver bien el fútbol, las virtudes y defectos de los jugadores, requieren de un olfato especial. Porque, otras veces lo hemos relatado, a los buenos solemos detectarlos todos. Y se nos escapan esos jugadores que juegan sin balón, que cierran cuando otros perdieron las posiciones, que aparentemente no participan y llegan siempre en el momento justo, que se mantienen en el lado débil del juego pero resuelven a la espalda de los defensores, que reciben el balón y lo entregan al compañero mejor colocado sin perder nunca la iniciativa ni el balón, incluso se hace necesario conocer los comportamientos específicos ya en el propio estadio como en el ajeno, etcétera.
Incluso estoy de acuerdo con "El Ojeador Galáctico", sobrenombre con copyright de Manolete, periodista de As, nos explica: "Miren, nunca un agente de jugadores engaña a un club. Es siempre el comprador el que acierta o se equivoca. Los agentes no son malos, los compradores son los malos..." Quizás, por eso, Monchi asegura en un rasgo de sinceridad que nunca será entrenador: "Ni hablar. Yo soy demasiado buena persona. Necesitaría alinear a quince en cada partido y no hay sitio para todos".
MAROGAR (junio.2011)